Re(2): Parte 3. Posted on 7/5/2025 at 09:43:33 PM by LagartoJuancho
En las costas atlánticas de África, además de Las Canarias, conquistadas entre 1478 y 1483, y las plazas hispano-portuguesas citadas, se ocupó Santa Cruz de la Mar Pequeña (1476-1524; torre construida en 1476 por Diego García de Herrera en Puerto Cansado), así como otros tres asentamientos hacia Bojador que pronto se perdieron; también Larache (San Antonio de Alarache,1610-1689) y La Mámora (San Miguel de Ultramar, 1614- 1681, nido de piratas ingleses). Francisco I de Francia se alió con El Turco). A todo ello se unió el apoyo turco-magrebí a las guerras de Las Alpujarras (1568-71, con revueltas en años anteriores) y la piratería que asoló nuestras costas mediterráneas.
Haciendo un salto en el tiempo, diremos que durante el siglo XIX España ocupó las Islas Chafarinas (desde 1848), Tetuán (1860-1862) e Ifni (1860 «de jure», por el tratado de paz de Uad Ras, y de facto entre 1934-1969); recordemos que Santa Cruz de Mar Pequeña se había fundado en 1476. En 1881 la sociedad Pesquerías Canario-Africanas consiguió de la tribu Ulad Delim la cesión de la península de Río de Oro y, sobre esta base, en 1884 España proclamó un protectorado desde Cabo Blanco a Cabo Bojador, el cual fue ratificado por la Conferencia de Berlín en 1885. Los nativos saharauis pusieron bajo soberanía española hasta 1886 unos 700.000 km2 (más que la Península Ibérica), pero la actitud abandonista (¿o algo peor?) de Práxedes Mateo Sagasta, presidente del Gobierno entre noviembre de 1885 y julio de 1890, masón, progresista y principal responsable de la traidora derrota pactada, denominada Desastre del 98, redujo la extensión a casi una cuarta parte al no ratificar los “Tratados de Iyil”, denominados así por sus famosas minas, firmados por la expedición Cervera-Quiroga-Rizo con el emir del Adraˉr Tmar en julio de 1886. Con artimañas, prepotencia y contubernio con alguno de nuestros políticos, Francia nos arrebató definitivamente gran parte del Sáhara en los Tratados de 1900, 1902, 1904 y 1912.
Un inciso sobre Práxades Mateo Sagasta, presidente del Partido Liberal, siete veces Diputado y otras tantas Presidente del Consejo de Ministros ⸨entre 1871 y1872 (con Amadeo I), 1874 (Serrano, regente), 1881-83 (Alfonso XII), 1885-90 (A.XII), 1892-95 (Mª Cristina, regente), 1897-99 (idem), y 1901-02 (A.XIII)⸩. Había participado, junto con Prim, en el triunfo de “La Gloriosa” (1868, destronamiento de Isabel II e inicio del Sexenio Revolucionario-Democrático), revolución masónica donde las haya y de descarado “impulso” inglés. Seguramente criptojudío (por apellido y disposiciones a su favor), “hermano (H.·.) Paz”, Grado 33 y Gran Maestre del Gran Oriente de España (principal obediencia masónica entonces aquí) entre 1876 y 1881, cargo al que renunció en 1881 porque le podía perjudicar en su carrera política, pero sin dejar de ser masón. No era extraño por entonces (y seguramente ahora) que un masón rigiera los destinos de España, a pesar de estar condenados por la Iglesia (desde 1738 por Clemente XII), pues años antes, el General Juan Prim y Prats había asumido el gobierno a pesar de ser masón declarado, apodado casualmente H.·. Washington; cuando su magnicidio, Sagasta era el Ministro de Gobernación y, como tal, responsable de la seguridad del Jefe de Gobierno.
Creo también conveniente recordar que las también traidoras segregaciones de los Virreinatos de América lo fueron tras procesos fomentados y directamente apoyados por Inglaterra, fundamentalmente, aunque también por Francia y, en menor medida, Usa, y conseguidos en gran parte por la labor disolvente de las sociedades secretas, la Masonería, a través de ricos criollos generalmente de ascendencia judía [iii]. También con la connivencia de traidores, así mismo masones, como los militares Riego y Morillo (Pronunciamiento de Cabezas de San Juan, el 1-I-1820, inicio del Trienio Revolucionario Liberal, y “fraternal” abrazo de los H.·. Morillo-Bolivar el 27-XI-1820, previo a la pantomima masónica (Ricardo de la Cierva dixit) de la Batalla de Ayacucho el 9-XII-1824. La influencia judía antes mencionada la documenta Federico Rivanera Carlés en su libro “La Historia Ocultada. Los conversos y la independencia de Hispanoamérica” [iv].
Las Guerras de Marruecos del siglo XIX y XX marcaron varias generaciones españolas. Es de destacar que la que lideró Abd el-Krim contó con el apoyo inglés, apenas encubierto, así como el francés en los primeros años, hasta que los rifeños pusieron a Francia contra las cuerdas. En 1954 Abd El Krim propuso a España que independizara el Rif (nuestro Protectorado) a cambio de ampliar las zonas de seguridad de Ceuta y Melilla. Franco no accedió.
La presencia judía en Marruecos
Durante los siglos XVI y XVII lo que nació en el año 1956 como Marruecos estaba compuesto por tres sultanatos muchas veces en lucha entre sí: Fez al Norte, Marraquech al Oeste y centro, y Tarudan al Sur. Según los misioneros franciscanos Manuel Pablo Castellanos y Samuel Eijan en 1870 el territorio del actual Marruecos estaba habitado por dos etnias mayoritarias similares, la bereber (35%) y la árabe (35%), y tres minorías, la de los descendientes de los ‘moros’ expulsados de España (16%), los judíos (7%, en gran parte sefardíes) y los negros (7%). A finales del s. XV mismo había en España unos 380.000 judíos, que representaban el 7-8 % de la población; entre 70.000 y 80.000 de ellos fueron expulsados en 1.492, siendo asimilados el resto, al menos formalmente, pues siempre hubo criptojudíos o ‘marranos’ (según Jaime Contreras Contreras); la de España fue prácticamente la última expulsión de las muchas ocurridas en Europa, máxime si incluimos en ella las posteriores de Portugal y Navarra. En 1845 había unos 200.000 judíos en Marruecos, aumentando a 270.000 en 1948 (o casi 400.000 según alguna fuente judía). Tras la 2ª Guerra Mundial se inició la emigración a Palestina de forma supuestamente clandestina, unos 90.000 a Israel entre 1949 y 1956 fundamentalmente, y el resto con Hassan II. En la actualidad se cifran en unos 2.000 (¡130 veces menos!), siendo, aún así, la mayor comunidad del mundo árabe. Los ¿70.000? judíos españoles llegados a “Marruecos” desde 1492, llamados megorašim (“los expulsados”), mantuvieron el ladino (cuasi-español), lo que les permitió usarlo como medio de comunicación con los europeos, puesto que el mismo fue la lengua diplomática durante siglos.
Los prósperos sefarditas Ibn Yuli sirvieron a los sultanes durante el siglo XVIII. En 1786 comenzaron las relaciones con las colonias norteamericanas en lucha por su independencia, que España había apoyado con armas y oro mucho antes: Gálvez y Gardoqui desfilaron en la parada de la victoria de 1783 -“Evacuation Day”-, siendo español el único barco extranjero entonces en Nueva York. Las relaciones americano-marroquíes fueron transformadas en Tratado de Paz y Amistad en 1787 (renegociado en 1836). Pues bien, Eliahu Ha-Levy ibn-Yuli fue uno de los siete subsecretarios judíos del tesoro de Mohamed III y jugó un importante papel en aquel “primer tratado” firmado con Estados Unidos; su nieto, el sureño esclavista David Levy Yulee, fue el primer judío Senador de los Estados Unidos (entre 1845 y 1861).
Abraham Corcos, cónsul de Usa en Mogador en 1862 y director del marroquí Banque Péreire, organizó la visita a Marruecos en 1863 de Sir Moses Montefiore, sefardí, masón y cuñado de Natan Meyer Rothschild, de quien fue corredor de bolsa. Meyer Ben Abraham Corcos fue cónsul de EE.UU. en 1884. Por último, Joshua Ben Ayyim Corcos (1832-1929) fue estrecho colaborador de los sultanes Hassan I, Abdel-Aziz y Hafid y de la poderosa familia El-Glaoui.
El episodio de Montefiore es revelador. Era una especie de embajador volante mundial (Turquía, Rusia, Italia, Rumanía) de la banca Rothschild en sus planes sionistas, como lo prueba la embajada que encabezó ante el sultán turco, en la que consiguió que se liberaran los 10 asesinos confesos de un fraile francés y su sacristán árabe en 1840 en Damasco, logrando, además, que el sultán prohibiera los “libelos de sangre”. En Marruecos en 1863 también solicitó la protección de los judíos, pero, en realidad, tanto Corcos como Montefiori confesaron que actuaban en beneficio de sus respectivas casas reales … y para establecer dos grupos judíos marroquíes: uno para ser enviado a Palestina, a trabajar y defender las tierras del futuro Estado de Israel, y una élite para ocupar altos puestos en Europa, Estados Unidos, Australia, Sudáfrica, Argentina, Brasil, etc; planes cumplidos tras la 2ª G.M.
Por entonces Marruecos tuvo que pedir un crédito para cubrir las reparaciones a España de la guerra de 1860, deuda de la que se había hecho cargo Inglaterra por medio maniobras financieras (¿deuda española?); la fragata Princesa de Asturias, que previamente había bombardeado Larache y Arcila, recibiendo de la artillería marroquí 11 impactos que ocasionaron un muerto y seis heridos, tuvo “el honor” de escoltar al mercante inglés Earl of Lindsdale desde Mazagán a Gibraltar ¡con el importe de la citada reparación de guerra a España! En una palabra, Marruecos también se endeudó con el Reino Unido. Por otra parte, banqueros franceses y suizos sentaron las bases de la dominación francesa en Marruecos.
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Gracias por sus intervenciones en este foro, recuerde que los temas relacionados con la Armada deben ser tratados en el foro de la Armada española pudiéndose tratar en este mismo foro si fuere necesario para el adecuado desarrollo del tema que se está tratando en mensajes anteriores.